Hoy, muy a mi pesar, me toca
volver a tocar el tema del cierre del CRAS de Las Dunas, o los problemas
que tiene cualquier persona bienintencionada, que se encuentra con un
animal herido y quiere entregarlo para que la entidad que por ley tiene
la obligación de curarlo y devolverlo al medio natural. Os reproduzco
ahora la carta que nos ha remitido esa persona con las aventuras o mejor
dicho desventuras de esta persona.
El supuesto "aguilucho lagunero" según el Agente Forestal. |
La historia comenzó el lunes día
30 de Julio, cuando recibí una llamada de un agricultor de mi pueblo que se
había encontrado un “bicho”, que parecía ser un ratonero y que estaba herido.
Este hombre acudió a mí ya que recordaba, por alguna conversación con mi padre,
que estos “bichos” eran una de mis aficiones.
Al llegar al lugar donde se
encontraban empacando, me estaban esperando con el animal en las manos. No me
sorprendió ver que no se trataba de un ratonero, sino y como sospechaba, de un
pollo de aguilucho volandero, que a simple vista me pareció de cenizo.
Tras cogerlo y examinarlo un
poco, me di cuenta de la gravedad de las lesiones del animal, tenía una
fractura abierta del húmero del ala izquierda. La fractura era muy reciente, este
señor me aseguró que se lo habían encontrado así… Al principio y con las prisas
no me di cuenta que en el extremo distal de esa misma extremidad, le faltaban
la mayor parte de las plumas primarias, lo que posiblemente le hubiera impedido
volar y escaparse de la empacadora que le terminó fracturando el húmero.
Al llegar a casa me dispuse a buscar ayuda para el pobre animal. Tras llamar a varias
asociaciones, ninguna se hizo cargo del mismo, más que nada porque no se
encontraba bajo su “jurisdicción”, pero muy amablemente me dieron varios
números de teléfono que a la larga no me servirían para nada.
Como bien sabía por la
información que Miguel publicó en este blog hace varios meses, el centro de recuperación
de aves “Las Dunas”, de Salamanca, se encontraba cerrado por los dichosos
recortes… pero se me ocurrió llamar al teléfono que figuraba en internet, con
la esperanza de que hubieran derivado esa línea hacía un organismo que se
encargara de estas cosas. Así fue, y me pasaron con la Consejería de Medio Ambiente
de Salamanca, me dieron un teléfono fijo. Tras llamar, la contestación fue “ese número de teléfono no existe…” Al
volver a llamar y contar lo que me había ocurrido al señor que me había
atendido hacía un rato, me dio un teléfono móvil. Mi sorpresa fue que tras
marcar me contesta un señor andaluz que nada tiene que ver con la recogida de
animales salvajes… Desesperado y sin más tiempo, no tuve más remedio que dejar
al animal en una caja a oscuras y en un lugar templado, y pensar durante la
tarde a quién llamar al día siguiente.
Durante la tarde se me ocurrió
ponerme en contacto con SEO-Salamanca, ya que sabía del trabajo que estaban
realizando con el seguimiento de nidos de aguiluchos cenizos. Así lo hice y al
día siguiente a primera hora tenía un correo con toda la información y los
pasos a seguir para tratar de que el animal recibiera la atención veterinaria
pertinente lo antes posible. Ya me advirtieron de los “inconvenientes” que
podrían surgir, y que más tarde surgieron…
Primero llamé a Medio Ambiente
Salamanca. La señora telefonista, tras exponer el caso, muy amablemente me paso
con alguien que me daría una solución. Este alguien no contestó al teléfono; me
pasó con otro, y tampoco; así hasta 4 veces, hasta que finalmente la línea se
cortó ya que “el número de teléfono no existía...” Pensé que sería “la hora del
café de media mañana” y que nadie me atendía por eso, decidí esperar un rato
para volver a llamar.
Al llamar de nuevo, la señora
telefonista se extrañó de que nadie contestara a las llamadas, por lo que otra
vez me paso con varios despachos, de los que ninguno me daría contestación.
Ya un poco cabreado y pensando
en “los señores del café”, llamé al siguiente en la lista que no era más que el
062, los cuales me dieron el teléfono de SEPRONA Salamanca. Al ponerme en
contacto con éstos, me dijeron que se pondrían en contacto con Medio Ambiente,
y que ya me llamarían ese día o al siguiente…
Esa misma mañana recibí la
llamada del Agente forestal de la zona para pedirme que me quedara con el animal
¡hasta el día siguiente! Mi sorpresa fue mayúscula. Un animal en peligro de
extinción y protegida por la ley, con una herida de gravedad y que necesitaba
atención veterinaria urgente… Os podéis imaginar la indignación y enfado que
sentí por dentro, pero bueno, lo principal ya estaba hecho y al día siguiente
vendrían a por él para llevarle, supuestamente, a un lugar donde le darían la
atención que necesitaba.
Al ver que todavía tardarían un
día más en atenderle, y que ya llevaba conmigo casi 24 horas, me dispuse a
repasar el material que tenía guardado sobre primeros auxilios en aves, por lo
menos, para administrar al animal un poco de suero. Cabe recordar que esta
operación no la puede hacer cualquiera, y aunque mi experiencia no es mucha, mi
formación me capacita para ello.
Mi sorpresa a lo largo de la
mañana fue mayor, ya que recibí la llamada de Miguel para informarse en primera
persona sobre la situación y explicarme todo ese “entramado” que hay detrás de
la administración pública en cuestión de conservación de especies y que nadie
sabe si no se interesa un poco. Tras hablar con él, pude comprender muchas
cosas que hasta ese momento desconocía, por lo que mi indignación aumentó
considerablemente, aunque debo decir que nada de lo que me contó me sorprendió
demasiado.
Así se quedó la cosa hasta el
día siguiente a primera hora. Quedamos a las 10 de la mañana, y sobre las 10 y
20 estaban llegando los agentes forestales a mi casa. No es la primera vez que
entrego un animal salvaje a la autoridad pertinente, por desgracia, por lo que
más o menos sabía el “protocolo”. Al ver que no tenían muchas ganas de
entretenerse (muy sutilmente me dejaron caer que “tenían que irse a
Tordesillas”, cosa que parece no les agradó demasiado) y que tras coger el
animal se querían ir sin darme el recibo pertinente como prueba de que lo había
entregado, se lo pedí varias veces y lo
único que recibí fue un ¡NO! bastante contundente, y un “ya te avisaremos para
informarte de su evolución”. Esto ya me lo conozco, todavía estoy esperando a
que me llamen para decirme lo que ha pasado con el cernícalo o la lechuza que
entregué hace varios años…
Una cosa que me llamó mucho la
atención es que, ¡ni siquiera habían traído caja para llevárselo! ¿Hasta este
punto hemos llegado? Y ya para rematar y antes de que se fueran, el señor
agente forestal me dijo que el animal no era un pollo de aguilucho cenizo, sino
¡un aguilucho lagunero! En fin...
Tras esta experiencia, estoy aún
más convencido en la necesidad de tener a alguien que nos gobierne que de
verdad se preocupe por el medio ambiente y los animales que lo habitan. No todo
es Bankia, Prima de riesgo, Merkel o Sarcozy… La crisis pasará, pero hay cosas
que si hoy no les prestamos la atención que se merecen, el día de mañana será
demasiado tarde para hacerlo. Los CRAS no son centros donde se tira el dinero y que son necesarios cerrar para “salir de la
crisis”. Hay un montón de gastos, mucho más banales, donde recortar y que no
repercutirían en la fauna salvaje.
Y ya por último, sólo me queda
dar las gracias a SEO-Salamanca, por la ayuda que me han prestado, bueno, más
bien, que han prestado a este pollo de aguilucho cenizo, ya que seguro que sin
su preocupación y compromiso no hubiera llegado hasta el centro de recuperación
de aves de Valladolid.
Hasta aquí las peripecias de una buena persona para intentar que el organismo competente recoja una especie protegida y la cuide hasta que pueda ser devuelta a su medio natural. Si en vez de una persona comprometida hubiese sido otra persona, después de la segunda o tercera llamada habría pasado del tema.
Desgraciadamente, esta no es la última noticia desgraciada sobre el CRAS de Las Dunas.
Vaya incompetencia de la administración. Buena entrada, enhorabuena por ella. A ver si dentro de poco nos vemos, que ahora ando liado. Un saludo, Gonzalo Criado.
ResponderEliminarNada me sorprende. Una vergüenza.
ResponderEliminarYo tuve mejor suerte el año pasado en Valladolid, también me avisaron de un "gavilucho" en una tierra segada y recogimos un joven de aguilucho cenizo con fractura en el ala izquierda. Tras varias llamadas (guardia civil, junta...) consigo hablar con los forestales que estaban en el otro extremo de la provincia y me dicen que no saben cuando podrán pasarse, así que optamos por llevarlo personalmente al CRAS de Valladolid (me facilitaron dirección) y se lo dejamos al guarda de seguridad. Posteriormente nos llamaron del CRAS para invitarnos a la suelta en la misma localidad (Serrada), como no podíamos ir, nos comunicaron las marcas alares que le habían puesto y nos contaron cómo había sido su estupenda rehabilitación. Una atención estraordinaria.
ResponderEliminarLa verdad que esta democracia es una porquería, que TODO es negocio, y que nos dan a los ciudadanos y a los bichos las migajas del pastel. Y ahora, ni eso.