viernes, 1 de junio de 2012

Anillamiento (2) y con sorpresa.

     No tenía la intención de repetir con el tema del anillamiento, al menos no tan pronto, pero el pasado lunes, en las jornadas del Proyecto Trino que realizan los compañeros de Iberia-Bird Medio Ambiente y que como ya os comenté estoy ayudando en lo que puedo, nos llevó a la villa ducal de Ledesma, a orillas del río Tormes.

Ledesma desde el soto donde estuvimos anillando.
      En principio era una jornada como otra cualquiera, el sitio era bueno, desde el punto de vista del anillamiento. Es un soto a orillas del Tormes, como en los demás casos cerca del pueblo, para que los chavales puedan llegar andando desde el instituto en el que están estudiando. En esta ocasión me tocó volver a calzarme los vadeadores para cruzar el río.

     Estas jornadas, atendiendo a los chicos por el espacio de entre hora u hora y media, lo que implica que las redes están extendidas dos o tres horas, las capturas siempre son limitadas, en esta ocasión fueron más de 30 pájaros anillados de 11 especies diferentes, desde gorrión común o molinero hasta currucas o mirlos. Además capturamos una hembra de verderón común con placa y un macho de escribano soteño, ambos, por su problemática sensibilidad no mostramos a los chicos.

Macho de escribano soteño en la red.
     La jornada fue especialmente dura desde el punto de vista físico, ya que me tocó estar constantemente cruzando el río y visitando las redes por si a algún pescador le daba por pasar y toparse con alguna, el calor y las condenadas botas que pesan como muertos. 

     Una de esas visitas me deparó una sorpresa agradable, ya que capturamos un pájaro OHH!!!!, ya que fue la exclamación que la chavalería dió cuando Vicente lo sacó de la bolsa de tela.

Recordad el anagrama de la empresa por si algún día necesitáis guías ornitológicos.
     La verdad que es un pájaro muy chulo, en mi corta carrera de ayudante de anillador no había tenido ocasión de tenerlo en mano, por una parte fue una pena que le capturásemos en estas jornadas con chicos, lo que nos impidió disfrutar de él como se merece, aunque pensándolo bien, seguro que la mayoría de estos muchachos no olvidarán el día en que dejaron de lado las clases para pasar un rato con las aves y se dieron de bruces con un macho de oropéndola en todo su esplendor.

Un poquito de mala leche si que tenía.

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